La Fitoterapia trata las enfermedades mediante plantas o sustancias vegetales.
Todas las civilizaciones y culturas se han surtido de sus beneficios. Su estudio es tan antiguo como el ser humano, cuya dieta omnívora le ha procurado un conocimiento profundo en primera persona, ya que además de servir de alimento ha probado el efecto de los vegetales en su organismo y, consecuentemente, distinguir sus usos terapéuticos o tóxicos.
Su interés se ha ido incrementado en los últimos años debido a una mayor preocupación por el mantenimiento de un buen estado de salud con medios y recursos cada vez menos agresivos y más naturales.
Con múltiples formas de uso como apósitos, baños, caldos, colirios, infusiones, jarabes, pomadas, tinturas…
Es apreciable el valor medicinal de las plantas, que cuenta con el reconocimiento científico.
No podemos pensar que, por tratarse de terapias o remedios naturales, carecen de cierta toxicidad, en especial, porque contienen principios activos, que pueden provocar efectos indeseables si se utilizan inadecuadamente.
Conviene estar bien informado por personas especializadas en esta materia para asesorarse sobre su uso, dosificación, contraindicaciones y efectos secundarios con el objetivo de obtener sólo los beneficios deseados de forma personalizada. Síntomas parecidos tienen orígenes diferentes.
La Fitoterapia puede constituir una excelente opción, o complemento, frente al excesivo y peligroso abuso de consumo de fármacos de origen sintético.
Además de disfrutar de una tisana, podemos aderezar nuestas comidas y elegir los vegetales de manera tal que nos aporten vitalidad.
El punto de vista óptimo de la salud es:
PROMOCIÓN DE LA SALUD (más salud)
vs
PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD (menos enfermedad)
La primera apuesta nos enfoca a entender la salud no como una meta, sino como un camino diario de respeto a nuestra propia naturaleza y a la Naturaleza que sustenta nuestra vida.